El modelo chino y el dilema de la cooperación internacional para el desarrollo
10 de octubre de 2012

Mucho se ha hablado en la última década acerca de la cooperación internacional, la globalización y la interdependencia como la milagrosa solución a todos los problemas que han aquejado a nuestro inestable sistema internacional a lo largo de su historia, hablando de los beneficios enormes que genera a una nación el ser receptora de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) y como este modelo resulta mutuamente beneficioso para ambas partes (donante y receptor).

Publicado por Join.org.mx, México

Por Ana Karen Herrera

Ciudad de México, 10 de octubre.- Mucho se ha hablado en la última década acerca de la cooperación internacional, la globalización y la interdependencia como la milagrosa solución a todos los problemas que han aquejado a nuestro inestable sistema internacional a lo largo de su historia, hablando de los beneficios enormes que genera a una nación el ser receptora de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) y como este modelo resulta mutuamente beneficioso para ambas partes (donante y receptor).

Lo cierto es que, como muchos autores lo han señalado en el pasado, el régimen de la AOD y el modelo tradicional de Cooperación Internacional para el Desarrollo, distan mucho de ser perfectos, esto debido principalmente a las marcadas diferencias entre donante y receptor, así como en lo que se ha denominado como el norte y el sur global.

Uno de los dilemas más grandes de la cooperación internacional ha sido la participación de las organizaciones económicas internacionales (principalmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) en la gestión y realización de los procesos de selección de países receptores y su injerencia en cuanto a los cambios estructurales en materia de política económica para la realización de los mismos.

Al mismo tiempo, uno de los temas que más preocupa a los estudiosos de la cooperación internacional es la eficacia de la ayuda, que ha demostrado tener serias deficiencias en el pasado. Los cuestionamientos principales acerca de ésta recaen en el condicionamiento de la ayuda por parte del donante o del organismo que promueve la ayuda, al no permitir al país receptor decidir hacia qué rubro se destinará. Además, la cuestión de la condicionalidad de la ayuda no solo se refiere a cuestiones económicas sino también a una serie de planteamientos sobre las "condiciones mínimas" en cuanto a la preservación de Derechos Humanos y democracia.

Esta injerencia (directa o indirecta) ha impulsado a los países en desarrollo que no quieren sentirse obligados a determinar su política económica por intereses ajenos, a crear mecanismos de cooperación regional en los que la recepción de la ayuda no es tan estricta ni condicionada como en el régimen tradicional de AOD. Ejemplos de esta situación son la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En esta misma línea, en los últimos años se han desarrollando programas innovadores que tienen como principal característica la participación de donantes no tradicionales, es decir, países que aún no alcanzan el título de países desarrollados pero que se encuentran en un notable y sostenido crecimiento, lo que les ha permitido tener una mayor participación en el ámbito internacional.

Este es el caso de la República Popular China, que ha empleado un modelo "diferente" de desarrollo en el que la relación entre donante y receptor se da en un ambiente de igualdad y beneficio mutuo y que posee como premisas principales la no condicionalidad de la ayuda y la conservación total de la soberanía del receptor, sin que esto afecte la relación con el donante.

Este tipo de cooperación se lleva a cabo bajo cinco premisas principales, conocidas como los "cinco principios de coexistencia pacífica", proclamados en China en 1954 y que se refieren a la necesidad de un respeto mutuo, la consideración total a la soberanía de ambas partes, la no intervención en asuntos internos, la no agresión, la igualdad y la coexistencia pacífica.

China se ha esforzado en crear mecanismos de política exterior que fortalezcan su imagen en el escenario internacional, promoviendo el multilateralismo, la democratización y la legitimización de las relaciones internacionales como medio para lograr un escenario internacional en el que se permeen las desigualdades y que sea beneficioso para todos los actores que participan en el mismo.

El modelo de cooperación chino ha tenido una gran recepción en los países del sudeste asiático y en el continente africano, principalmente por su desapego a los métodos de cooperación tradicionales y al gran atractivo que ofrece la no condicionalidad de la ayuda que éste ofrece a los receptores, que muchas veces no pueden ser parte del modelo tradicional debido a las altas exigencias que el mismo presenta.

Aun cuando todavía existe un largo camino por recorrer en este tema, los chinos han dado un nuevo enfoque a la cooperación internacional, permitiendo la agilización y flexibilidad de los procesos bajo el principal fundamento de la Organización de las Naciones Unidas: el principio de buena fe de las naciones.

Si quieren leer más acerca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, visiten: www.cooperacioninternacional.mx o pueden revisar la serie de libros "Sociedad civil, democratización y cooperación internacional para el desarrollo en los mundos regionales".